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.Y la razón de ello, se dio cuenta, era que había algo mucho más interesante por delante: una distracción mucho más grande que un soldado cansado y confuso que vagaba agotado por la ciudad.Cooper intentó convencerse durante un rato de lo contrario, pero no se le escapaba el hecho de que, después de unos pocos minutos, prácticamente no había avanzado.No había casi nada que pudiera hacer para remediarlo.Sintió que lo empujaban y zarandeaban lejos de la fachada del edificio, hacia su derecha, a lo largo del cinturón de circunvalación en la dirección de la que acababa de llegar.Todo lo que podía hacer era seguir moviéndose y esperar que al final se dirigiesen hacia el otro lado.Tropezó y pasó por encima de un cuerpo destrozado en el suelo.Incluso cuando sus botas aplastaban huesos y resbalaban a través de la carne putrefacta y grasienta se forzaba a seguir concentrado, sin emociones y no reaccionar.Un pasaje subterráneo.Lo vio por el rabillo del ojo.Justo a su derecha vislumbró la entrada a un pasaje subterráneo que, según supuso, proporcionaba una conexión peatonal entre el resto de la ciudad y los edificios del otro lado del cinturón, que en su momento había tenido mucho tráfico.Ese día estaba demostrando que era bastante difícil atravesarlo, pero, antes de que todo el mundo muriese, había sido imposible cruzar esa carretera a pie.Aun sin moverse con rapidez, Cooper decidió aprovechar la oportunidad de dirigirse hacia el paso.Aunque lo más seguro era que debía de haber más cuerpos atrapados allí abajo, estaría más oscuro y también, suponía, sería más seguro.Con precaución, viró hacia la resbaladiza entrada de hormigón, aumentando su nerviosismo y aprensión a medida que contemplaba la oscuridad y empezaba a bajar por la rampa.Al difuminarse la luz, el hedor se intensificó.Nervioso, empezó a sudar copiosamente cuando el espacio repentinamente cerrado le recordó el momento de entrar en el búnker, en aquella mañana de hacía casi tres semanas.Dentro del pasaje, la oscuridad era prácticamente total, mucho más de lo que había esperado.Era consciente de cierto movimiento a su alrededor, pero parecía que la mayoría de los cuerpos ya había conseguido arrastrase hasta la superficie, atraídos, sin duda, por la luz y el sonido de allí arriba, y por los movimientos del resto de la multitud.A poco más de veinte metros, Cooper tropezó inesperadamente con un cruce en forma de T, donde un segundo túnel atravesaba el que estaba recorriendo.Los ojos se le estaban acostumbrando con lentitud a la penumbra, pero cuando penetró en el segundo túnel (dirigiéndose, o eso esperaba, hacia el edificio con el fuego en el tejado) la luz fue cada vez menor.Si el olor en el exterior era insoportable, allí abajo era horroroso: el hedor penetrante y húmedo de carne ulcerosa y fermentada que había quedado atrapado bajo tierra, incapaz de salir al aire más fresco de la superficie.Podía ver sombras difuminadas y movimientos a su alrededor, y a veces parecía como si las oscuras paredes del túnel subterráneo fueran cambiando constantemente de forma.Se tambaleó hacia delante un paso cada vez, arrastrando los pies por el suelo y abriendo un sendero con sus pesadas botas a través de los interminables restos en descomposición.Estaba seguro de que el túnel por el que iba lo conducía a lo largo de la carretera, más cerca de la parte delantera del edificio que pretendía alcanzar.Una colisión repentina e inesperada hizo que Cooper cayera pesadamente al suelo.Había chocado con uno de los cuerpos tambaleantes y, aunque el impacto casi no tenía fuerza, la sorpresa le había hecho perder el equilibrio.Cayó con torpeza, aplastando el pecho de otro cadáver imposible de distinguir, que se colapso completamente bajo su peso, y hundiendo la mano derecha enguantada en sus entrañas.—¡Mierda! —maldijo instintivamente mientras intentaba ponerse en pie.Sus toscas botas resbalaron sobre los charcos de fluidos pegajosos, y perdió de nuevo el equilibrio antes de encontrar la pared con una mano extendida y recuperar el equilibrio.Respirando con dificultad, se quedó completamente quieto en medio del túnel subterráneo, con la esperanza de permanecer invisible y pasar desapercibido en la oscuridad.No necesitó ver para saber que ya no importaba lo quieto y callado que estuviera.El daño ya estaba hecho.Su caída y la exclamación habían atraído la atención indeseada de cada uno de los cuerpos que se encontraban en el túnel
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