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.A continuación también ellas se pusieron a arrojar cubos de agua al fuego.No había tiempo para ponerse a comprenderlo.Mientras sus amigas se pasaban cazos de agua que llenaban en el fregadero, Cassie fue corriendo hasta el lavadero y volvió con un pequeño extintor de incendios.Entre las tres lograron controlar las llamas en pocos minutos.—¡Lo hemos conseguido! —celebró Via.—Joder —dijo Cassie.Abrió varias puertas y ventanas para que saliera el humo y después se sentó en la mesa de la cocina, agotada—.Pensé que a este lado solo erais espíritus, que no podíais tocar nada.—La sangre de una etérea nos permite encarnarnos temporalmente —explicó Via—, pero dura muy poco.—Levantó un cazo que, tras unos cuantos segundos, le atravesó las manos y cayó al suelo—.Pero de una cosa estoy segura: esta noche se ha producido aquí una encarnación completa.Susurro tiró una vez más de la chaqueta de cuero de Via, señalando el pequeño saquito que colgaba de su cinturón.—Buena idea —dijo Via.Metió los dedos en la faltriquera y sacó una pequeña gema púrpura—.Es una piedra Delueze.Si alguna criatura del Infierno ha pasado por aquí, esto lo revelará.Se inclinó y paseó lentamente por la cocina, sujetando la gema entre los dedos.Era como si manejara una lámpara ultravioleta.La piedra en sí no brillaba, pero las marcas del suelo sí.—¿Ves? Huellas.Cassie se agachó a mirarlas.En el suelo aparecía una línea de pisadas de pies descalzos.Cada una brillaba con un resplandor púrpura.—¿Cómo sabes que no son mis propias huellas? —preguntó Cassie.—¿Acaso tienes seis dedos?Se fijó mejor.Via tenía razón.«Alguien con seis dedos en cada pie ha estado rondando por aquí.»—Un súcubo —murmuró Via.Cassie la miró.Susurro asentía con preocupación.—Lucifer ha enviado hasta aquí a un súcubo para que trate de encarnarse —prosiguió Via—.Es difícil, pero se puede conseguir.Es una de las materias que estudian en el Conservatorio de Lilith.Y obviamente la encarnación ha tenido éxito.Los súcubos son espíritus sexuales demoníacos que invaden los sueños de los hombres.—De repente Via interrumpió su explicación—.¡Mierda! ¿Dónde está tu padre?—¿Mi padre?—¡Rápido! ¡Llévanos hasta él!Cassie se apresuró a ir hasta el único lugar lógico donde podía estar su padre a esas horas, su habitación.Mientras la seguía, Via explicó:»El único modo que tiene un súcubo de lograr una encarnación completa.¡es matar aun hombre durante una posesión! ¡Susurro, inspecciona el resto de la casa!Susurro salió disparada.En cuanto a Cassie, al oír aquella información sintió como si el corazón le fuese a estallar.Y fue aún peor cuando entró en el dormitorio y encendió la luz.—¡Papá! —Se arrodilló y apretó la mano contra su pecho—.¡No hay pulso!—¡Hazle la resucitación cardiorrespiratoria! —gritó Via.Las emociones de Cassie se hundían en espiral.Todo lo que sabía de RCR era lo que había visto en las películas.Aun así, realizó el proceso lo mejor que pudo y, de modo alternativo, le insufló aire en la boca y le apretó el pecho.»¡No pares!Cassie no se detuvo, aunque no sabía si lo que estaba haciendo servía de algo.Las lágrimas brotaban de sus ojos.«¡No, por favor, papá! ¡No te mueras!»—Oh, pero si ya lo está —dijo una voz extraña y siseante que se coló en la habitación.El rostro de Via palideció de terror al ver a la mujer de líneas elegantes que entraba en el cuarto.Carecía de pelo, y su piel desnuda brillaba con el color de los labios humanos.Sus pupilas parecían de un millar de colores a la vez.—Lilith —masculló Via—.En carne y.La demoniesa sonrió y.¡ZAS!.agarró a Via del cuello y la arrojó al otro lado de la habitación.El cuerpo impactó con tanta fuerza que la pared crujió.Lilith, como un borrón rosado, se sentó a horcajadas sobre Via y la aplastó contra el suelo sin dejar de sonreír.—Esto va a ser tan agradable.Via trató de contraatacar, sin ningún éxito.Mientras las manos de la puta del Apocalipsis rodeaban su garganta, logró croar:—¡Cassie! No pares.—Me parece que voy a devorar tu rostro —comentó Lilith—.¡Pero mira, pobre Cassie! Qué pena, la Etérea está sola mientras nosotras jugamos.—Entonces el monstruo beatífico llamó—: ¡Acólito! ¡Ven a servirme!Cassie no se fijó en la sombra que tenía detrás hasta que fue demasiado tarde.Unas bastas manos la agarraron del pelo y la apartaron de su padre.Cassie chilló y miró hacia arriba
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