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.Su unión era indescriptible, una explosión que parecía hacer pedazos todas las restricciones de sus formas humanas y terrenales, para unirlos en el eterno manantial de la vida.Durante toda la noche se deleitaban mutuamente, uno activo cuando la otra era pasiva, uno descansando cuando la otra se entregaba a la fuerza de su impulso sexual.De vez en cuando se refrescaban con prolongados tragos de un vino que Amram, manteniendo en alto la dorada garrafa, escanciaba en sus relucientes copas de plata hasta que echaban espuma y se desbordaban.Era casi el mediodía cuando, irradiando el calor del amor, salieron para contemplar el día.Sosteniendo un apetitoso racimo de uvas en una de sus manos, mientras cogía una uva de él y se la metía delicadamente en la boca, con la otra, Leonora anduvo de puntillas, inspeccionando la casa a la que la había llevado su marido, con un ligero aire de desagrado.—Hemos de salir de aquí enseguida —dijo de manera perentoria, pasando uno de los dedos por el borde desconchado del nicho en que estaba depositada la dorada garrafa—.Apenas tenemos sitio para los dos, no digamos para las muchas arcas que contienen mi dote.Además, un lugar tan destartalado no le va bien a un hombre de tu distinción.—La distinción no es algo de que a la familia Ibn Yatom le interesa alardear —contestó Amram, con serenidad pero con firmeza—.Preferimos conservarla dentro de la intimidad y distinción de las cuatro paredes de nuestra casa.—Pero no de paredes tan gastadas como éstas.—No, amor mío —la apaciguó Amram, cogiendo una uva de su racimo, sosteniéndola entre los dientes y acercando el rostro de ella al suyo para que pudieran morder la fruta juntos y sus labios se tocaran unos a otros—.Buscaré una casa que te agrade, pero hemos de evitar manifestación alguna de ostentación, a pesar de la generosa dote que te ha otorgado tu padre.Como judío al servicio de un principado beréber donde las relaciones entre los hombres son inconstantes y caprichosas, y guiadas solamente por el propio interés, hemos de permanecer tan desapercibidos como sea posible hasta que nuestra posición sea inexpugnable.Al oír esto, Leonora hizo un mohín, obligando a Amram a que le besara las comisuras de sus labios, hasta que volvió a sonreír.—Debes tener fe en mí —murmuró él, pasándole un dedo por su nariz recta, alrededor de sus anchos orificios nasales, subiendo después hasta tocar la suavidad de marfil de sus protuberantes mejillas—.Ayúdame en todas mis empresas y te juro por el honor de la familia Ibn Yatom que no te sentirás defraudada.Antes de partir de nuevo en una expedición de recaudación de impuestos en el valle del Genil, Amram compró una casa abandonada en el extremo oriental del barrio judío.Estaba situada en las laderas inferiores de la colina, dominada por la fortaleza de Hisn Maurur, un fuerte en las murallas de la ciudad desde cuyas torrecillas redondas se mantenía una continua vigilancia sobre los accesos meridionales a la ciudad.Así, le dijo Amram a su mujer bromeando al mostrarle el emplazamiento, podrían refugiarse en la fortaleza en caso de un ataque a Granada por uno u otro de los enemigos beréberes del príncipe.—Pues bien —continuó—, detrás de esta modesta fachada plantaremos el más hermoso de los jardines.Estará rodeado por un pórtico cuyas columnas serán tan esbeltas como tu cuello, sus arcos de herradura tan perfectamente redondeados como tus senos, estrechándose hacia adentro como se estrecha tu frágil y bella cintura.Las habitaciones saldrán del pórtico, las tuyas a la derecha, las mías a la izquierda.—¿Y qué se hará de la presente morada?—La convertiremos en un único y espacioso salón donde, a su debido tiempo, recibiremos a nuestros invitados.Más adelante embelleceremos la fachada occidental con un balcón tan grácil como el pórtico —continuó Amram, conforme la visión de la villa que había conjurado aquel día en Málaga volvía a su imaginación—.Desde allí, amor mío, gacela mía, contemplaremos juntos la puesta del sol en la Vega, teñida de todos los matices, desde el más pálido rosa al más profundo añil.Y si nos volvemos un poco, tendremos la impresión de que podemos estirar una mano y tocar la montaña.Al ver la leve sonrisa de Leonora, Amram dijo:—Sabía que mi plan te agradaría —y antes de que tuviera tiempo de hacer el menor comentario, siguió precipitadamente—.Las obras empezarán en el acto.Volveré lo antes posible a inspeccionarlas y a abrazar a mi amor, por quien mi corazón suspirará durante mi ausencia.Mientras esté fuera, las damas de la comunidad vendrán sin duda alguna a visitarte [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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