[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Decía que le hablasen desde lejos y lepreguntasen lo que quisiesen, porque a todo les respondería conmás entendimiento, por ser hombre de vidrio y no de carne: que elvidrio, por ser de materia sutil y delicada, obraba por ella el almacon más promptitud y eficacia que no por la del cuerpo, pesada yterrestre.Quisieron algunos experimentar si era verdad lo que decía; y así, lepreguntaron muchas y difíciles cosas, a las cuales respondióespontáneamente con grandísima agudeza de ingenio: cosa quecausó admiración a los más letrados de la Universidad y a losprofesores de la medicina y filosofía, viendo que en un sujeto dondese contenía tan extraordinaria locura como era el pensar que fuesede vidrio, se encerrase tan grande entendimiento que respondiese atoda pregunta con propiedad y agudeza.Pidió Tomás le diesen alguna funda donde pusiese aquel vasoquebradizo de su cuerpo, porque al vestirse algún vestido estrechono se quebrase; y así, le dieron una ropa parda y una camisa muyancha, que él se vistió con mucho tiento y se ciñó con una cuerdade algodón.No quiso calzarse zapatos en ninguna manera, y elorden que tuvo para que le diesen de comer, sin que a él llegasen,fue poner en la punta de una vara una vasera de orinal, en la cual leponían alguna cosa de fruta de las que la sazón del tiempo ofrecía.Carne ni pescado, no lo quería; no bebía sino en fuente o en río, yesto con las manos; cuando andaba por las calles iba por la mitaddellas, mirando a los tejados, temeroso no le cayese alguna tejaencima y le quebrase.Los veranos dormía en el campo al cieloabierto, y los inviernos se metía en algún mesón, y en el pajar seenterraba hasta la garganta, diciendo que aquélla era la más propiay más segura cama que podían tener los hombres de vidrio. 9Cuando tronaba, temblaba como un azogado, y se salía al campo yno entraba en poblado hasta haber pasado la tempestad.Tuviéronle encerrado sus amigos mucho tiempo; pero, viendo quesu desgracia pasaba adelante, determinaron de condecender con loque él les pedía, que era le dejasen andar libre; y así, le dejaron, yél salió por la ciudad, causando admiración y lástima a todos losque le conocían.Cercáronle luego los muchachos; pero él con la vara los detenía, yles rogaba le hablasen apartados, porque no se quebrase; que, porser hombre de vidrio, era muy tierno y quebradizo.Los muchachos,que son la más traviesa generación del mundo, a despecho de susruegos y voces, le comenzaron a tirar trapos, y aun piedras, por versi era de vidrio, como él decía.Pero él daba tantas voces y hacíatales estremos, que movía a los hombres a que riñesen ycastigasen a los muchachos porque no le tirasen.Mas un día que le fatigaron mucho se volvió a ellos, diciendo:-¿Qué me queréis, muchachos, porfiados como moscas, sucioscomo chinches, atrevidos como pulgas? ¿Soy yo, por ventura, elmonte Testacho de Roma, para que me tiréis tantos tiestos y tejas?Por oírle reñir y responder a todos, le seguían siempre muchos, ylos muchachos tomaron y tuvieron por mejor partido antes oílle quetiralle.Pasando, pues, una vez por la ropería de Salamanca, le dijo unaropera:-En mi ánima, señor Licenciado, que me pesa de su desgracia;pero, ¿qué haré, que no puedo llorar?Él se volvió a ella, y muy mesurado le dijo:-Filiae Hierusalem, plorate super vos et super filios vestros.Entendió el marido de la ropera la malicia del dicho y díjole:-Hermano licenciado Vidriera (que así decía él que se llamaba),más tenéis de bellaco que de loco.-No se me da un ardite -respondió él-, como no tenga nada denecio. 10Pasando un día por la casa llana y venta común, vio que estaban ala puerta della muchas de sus moradoras, y dijo que eran bagajesdel ejército de Satanás que estaban alojados en el mesón delinfierno.Preguntóle uno que qué consejo o consuelo daría a un amigo suyoque estaba muy triste porque su mujer se le había ido con otro.A lo cual respondió:-Dile que dé gracias a Dios por haber permitido le llevasen de casaa su enemigo.-Luego, ¿no irá a buscarla? -dijo el otro.-¡Ni por pienso! -replicó Vidriera-; porque sería el hallarla hallar unperpetuo y verdadero testigo de su deshonra.-Ya que eso sea así -dijo el mismo-, ¿qué haré yo para tener pazcon mi mujer?Respondióle:-Dale lo que hubiere menester; déjala que mande a todos los de sucasa, pero no sufras que ella te mande a ti.Díjole un muchacho:-Señor licenciado Vidriera, yo me quiero desgarrar de mi padreporque me azota muchas veces.Y respondióle:-Advierte, niño, que los azotes que los padres dan a los hijoshonran, y los del verdugo afrentan [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • gieldaklubu.keep.pl
  •