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.Barker había olido algo -Algo-, y no le había gustadoni pizca.Follicle oyó cómo el perro avanzaba husmeando el suelo con la esperanza deencontrar algo más agradable al paladar.Cuando Barker encontró ese algo, Folliclehabría sentido cómo sus tripas se encogían de miedo si es que aún hubiera tenido tripascapaces de encogerse.El chucho, tan travieso y juguetón como siempre, lamióafectuosamente a su amo y empezó a cavar en él con el tozudo entusiasmo de todo buenperro.Supongo que debía habérmelo esperado.Ironías del bajo presupuesto, por el amor deDios.Y (ay, eso ha sido un riñón), este maldito autor es un pervertido de tomo y lomo.Y, como para infligirle una última y definitiva indignidad, una gran mosca doméstica seposó con un zumbido sobre el centro del único ojo que aún le quedaba a Follicle, ojo queestaba nublándose rápidamente, y empezó a poner sus huevos.LA PATA RUNICAM*ch**l M**rc*ckErryj y su compañero Windloon recorrieron una noche la amurallada ciudad de Kagool,donde los hombres adoran a las marmotas sagradas, acabaron encontrando una taberna,y estuvieron durante un rato bebiendo en silencio.Y a su mesa se acercó una figura encapuchada, figura que a un gesto de Erryj revelóser ningún otro que el mismísimo Dylan Gusano, un lejano pariente de Erryj, el del tristedestino.-Un oscuro peligro nos amenaza, mi señor.¡El porvenir del Mundo vuelve a estar en labalanza, pues poderes que se encuentran mucho más allá del entendimiento humano hansido liberados por el hechicero Thebes Shagreen! ¡Sólo tú puedes salvarnos, y no esdigno de ti que pierdas el tiempo bebiendo bajo el letrero del Gordo Apopléjico!Erryj sonrió con amargura.-¿Qué ha hecho este mundo por mí para que ahora deba yo hacer por él todo eso queeste mundo no se ha dignado hacer por mí? -preguntó, poniendo más bien difícil el que sele respondiera, y al mismo tiempo señaló su bizquera, su joroba, sus verrugas y aChafabichos, la negra pierna artificial cubierta de runas que sostenía su flaca silueta.-¡Bien dicho, Erryj! -exclamó Windloon pidiendo más vino-.Creo que ya va siendo horade que pongas fin a tus peligrosas hazañas y olvides las batallas, las traiciones y lamuerte.Y creo que yo también debería hacerlo.El puño de Dylan Gusano se estrelló sobre la mesa: una docena de vasos vacíoscayeron al suelo.-¿Eres el mismo Erryj que conocí antes en la ruinosa Murble? ¡Debes saber que ahoramismo los Dioses Oscuros andan sobre la Tierra, y que este mismo día.! -Miró hacia laventana-.Bueno, esta noche.La taberna quedó en silencio.Había llegado la hora de cerrar.-¿Los Dioses Oscuros? -Erryj contempló a Dylan Gusano con un cierto interés-.Sí,creo que he oído hablar de ellos.¿Te refieres a los Primeros Dioses? ¿O a los DiosesMás Jovencitos? Quizá te refieras a los Dioses Muertos, o a los Dioses Agnósticos.-Acada nueva palabra la habitación se iba volviendo más y más silenciosa.-No, es algo todavía peor -gimió su pariente-.Thebes Shagreen ha invocado a.¡losDioses Locos!Y, después de que dijera esas palabras, Windloon lanzó un ronco grito de miedo queantes de esfumarse pareció despertar ecos por espacios tan vastos comoinconmensurables.-Acaba tu bebida o vas detrás suyo -gruñó el forzudo de anchos hombros que seencargaba de mantener el orden dentro del local.Los rojos y fatídicos ojos de Erryjcontemplaron al despreciable rústico.-Deja que me encargue de él -le suplicó Dylan Gusano-.Al menos le haré morirlimpiamente.-Desenvainó su gran espada Hiendetripas.El nombre original de la espadahabía sido Pinchacerdos, pero a Dylan Gusano le parecía que no resultaba demasiadodigno.Llegaba tarde.Chafabichos se irguió de golpe, haciendo que Erryj no tuviera másremedio que levantarse de su asiento, y al mismo tiempo la pierna artificial lanzó unextraño gemido, como si estuviera pidiendo a gritos una vida humana
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