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.¿Hay algo que no te vaya?—Las sirenas —dijo Magnus—.Huelen a algas.—Todo esto no tiene ninguna gracia —dijo Alec con pasión y, dándole un puntapié a la silla, se levantó de la mesa y se perdió entre los invitados.Magnus seguía con la cabeza entre las manos, con las puntas negras de su pelo asomando entre los dedos.—Sigo sin comprender —dijo, sin dirigirse a nadie en particular— por qué el pasado tiene tanta importancia.Para sorpresa de Simon, fue Jordan quien respondió.—El pasado siempre tiene importancia —dijo—.Eso es lo que te dicen cuando te apuntas a los Praetor.No hay que olvidar las cosas que hiciste en el pasado, porque si lo haces nunca conseguirás aprender de ellas.Magnus levantó la vista, sus ojos verde dorado brillaban entre sus dedos.—¿Cuántos años tienes? —le preguntó—.¿Dieciséis?—Dieciocho —respondió Jordan, algo asustado.La edad de Alec, pensó Simon, reprimiendo una sonrisa interior.La verdad era que el drama entre Alec y Magnus no le parecía en absoluto gracioso, pero resultaba difícil no sentir cierta gracia amarga al ver la cara de Jordan.Jordan doblaba en tamaño a Magnus —a pesar de ser alto, Magnus era muy delgado, casi escuálido—, pero era evidente que Jordan le tenía miedo.Simon se volvió para intercambiar una mirada con Clary, pero ella tenía la vista fija en la puerta de entrada, su rostro de repente estaba blanco como el papel.Dejó la servilleta, murmuró una disculpa y se levantó, huyendo prácticamente de la mesa.Magnus levantó las manos.—Vale, si esto va a convertirse en un éxodo en masa.—dijo, y se levantó con elegancia, echándose la bufanda al cuello.Desapareció entre los invitados, seguramente en busca de Alec.Simon miró a Jordan, que a su vez estaba mirando de nuevo a Maia.La chica estaba de espaldas a ellos, hablando con Luke y Jocelyn, riendo, echándose hacia atrás su rizada melena.—Ni lo pienses siquiera —dijo Simon, y se levantó.Señaló a continuación a Jordan—.Y tú quédate aquí.—¿Para hacer qué? —preguntó Jordan.—Para hacer lo que quiera que los Praetor Lupus hacen en situaciones así.Meditar.Reflexionar sobre tus poderes Jedi.Lo que sea.Vuelvo en cinco minutos, y será mejor que cuando regrese sigas aquí.Jordan se recostó en su asiento y se cruzó de brazos en un ademán de rebeldía, pero Simon ya no le prestaba atención.Se había vuelto y avanzaba hacia los invitados, siguiendo a Clary, que era una motita de rojo y oro entre los cuerpos en movimiento, coronada por su brillante melena recogida.La alcanzó cuando estaba junto a uno de los pilares envueltos en lucecitas y le puso una mano en el hombro.Ella se volvió sorprendida, con los ojos abiertos y la mano levantada para defenderse.Pero se relajó en cuanto vio quién era.—¡Me has asustado!—Normal —dijo Simon—.¿Qué sucede? ¿De qué tienes tanto miedo?—Yo.—Bajó la mano con un gesto dubitativo; a pesar de su aspecto forzado de indiferencia, el pulso latía en su cuello como un martillo—.Me ha parecido ver a Jace.—Lo que me imaginaba —dijo Simon—.Pero.—¿Pero?—Se te ve asustada de verdad.—No estaba muy seguro de por qué acababa de decir aquello, ni de la respuesta que esperaba de ella.Clary se mordió el labio, como hacía siempre que estaba nerviosa.Su mirada se perdió por un instante en la lejanía, una mirada que Simon conocía muy bien.Una de las cosas que siempre le habían gustado de Clary era la facilidad con la que lograba ensimismarse, la facilidad con la que podía encerrarse en mundos ilusorios de hechizos, princesas, destino y magia.Antes también él podía hacerlo, conseguía habitar universos imaginarios apasionantes para sentirse seguro, para sentirse un personaje de ficción.Pero ahora que lo real y lo imaginario habían entrado en colisión, se preguntaba si Clary, como le sucedía a él, añoraba el pasado, lo normal.Se preguntaba si la normalidad era algo que, igual que sucedía con la vista o el silencio, no llegabas a apreciar por completo hasta que lo perdías.—Está pasando un mal momento —dijo Clary en voz baja—.Estoy asustada por él.—Lo sé —dijo Simon—.Mira, no es por meterme donde no me llaman.pero ¿ha descubierto ya qué le pasa? ¿Lo ha descubierto alguien?—Jace [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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